martes, 26 de febrero de 2008

Búsqueda de empleo o cómo no consigo uno

Así es mi ocioso lector, el primer tema oficial de mi bitácora es el empleo, trabajo, esclavitud de 8 horas diarias, acción que se realiza para sacar para la papa. En un periodo de mi vida en el cual me vi obligado a buscar uno por motivos que bien podrían merecer un espacio en otra ocasión, emprendí una aventura fantástica para obtener un lugar en el espacio laboral, con mucho entusiasmo, tiempo y , sí, un elemento indispesable para su búsqueda, un artefacto que para el desempleado bien podría ser la espada con luces de un Skywalker, un motor para un automóvil o una corcholata de descuento de cerveza Indio para cualquier alcohólico. Sí, en efecto, un ejemplar del día del periódico El Universal. Fuí por el mío, me senté tranquilamente en la mesa de la cocina, abrí el news de lado a lado pluma en mano esperando encontrar el siguiente anuncio:

"Se busca joven de 20 a 22 años con bachillerato terminado para jugar solitario y ver pornografía en la computadora de mi oficina, horario de lunes a jueves de las 14 a 18 hrs con dos horas para comer, experiencia no necesaria. Interesados presentarse en Calle de la Fantasía No. 45 Colonia No existo, con su credencial del Blockbuster. Salario de 18,000 a 20,000 según aptitudes".

¡Sí, adivinaste!. No encontré nada ni remotamente parecido, y eso que lo busqué dos veces, tal vez sólo lo de la edad y la carrera profesional, así que opté por marcar en circulos opciones más reales. Despúes de 10 minutos de exhaustiva labor interrumpidas únicamente por rápidos vistazos a la televisión, la decisión se tomó, había lugares en una reconocida cadena de optometría y me convenía bastante. Zapatos, pantalón de vestir y suetercito fresón fueron escogidos para la mendigación de trabajo, por supuesto me sentía como un completo tetazo con áquel uniforme indispensable para esa labor, pues como me dijeron sabiamente una vez "no mames we, ¿cómo vas a ir de tennis?, lo hice casi casi a huevo. En mi mochila estaban documentos, desodorante, galletas para el hambre y una imagen de San Juditas Tadeo (por supuesto que no), me la pasé al hombro y salí de mi Tippi en Tláhuac (donde las mujeres prefieren morir vírgenes a parir pendejos) y me dirigí al Centro Comercial Santa Fé, que queda a cuatro días de mi casa y en esa ocasión no tenía ni puta idea de cómo llegar. Total, llegué como pude, los zapatos me mataban, coqueteaba con aquellas hermosas criaturas santafeinianas, el tipo más agradable del mundo me entrevistó y me mandó a San Cosme, ya ahí me hacen unas pruebas sólo para darme cuenta que un mono con avanzado retraso mental saldría mejor que yo en las pruebas de matemáticas. Todo lo demás, perfecto. Despúes de dos horas la amable reclutadora me dice que soy perfecto para el empleo, pero sólo hay plazas en Santa Fé. Puta suerte.

Otro día y me dá hueva ir a comprar el periódico. Busco empleo en una muy buena página que no te paso porque me quitas la chamba, pido cita para entrevista para operador telefónico bilingûe, me visto como se debe pero ésta ocasión me llevo tennis y los zapatos en la mochila (tip gratis, de nada, campeón), tomo la línea rosa que desplazó a la línea B en cuestión de mujeres bellas y camino 20 minutos hasta dar con el objetivo. Me entrevista un ser andrógino y metrosexual con notables gestos amanerados, me hace una pueba de 10 minutos de inglés en la que salgo con éxito, me hace tests psicológicos con dibujos y todo ese pedo, segunda prueba de inglés que vuelvo a pasar. ¡A huevo! grito con fuerza en mi mente cuando me vuelven a llamar.

-¡Felicidades!, me dice el individuo, pasaste perfecto las pruebas y eres competente, pero ahora sólo hay puestos para Telemarketing- acaba de decir con una sonrisa idiota.

Como es de esperarse, me encabroné casi tanto como cuando el Russel perdió mi película de Perros de Reserva, pero siendo yo como soy evité escupirle en su exfoliada cara y decirle que estaba gordo y su camisa no combinaba para hacerlo llorar, sólo le dí un inexpresivo "gracias" y me retiré enojado, estado que cambió sólo cuando volví a la línea rosa. Y así hasta éste día, mi apenas querido lector, ha sido mi aventura en el campo laboral y la fustración apenas se asoma en mis ojos, pero así es y será la vida real. Ni hablar. Nos vemos a la próxima, voy por mi Universal. Creo que hoy viene con Día Siete.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dios mio me matas de risa! No sería mejor idea hacer historias, que te las ilustre tu amiga de la ENAP y que las vendas?! Yo te compraría una, así que ya tienes una venta campeón!‏